Nos dice el autor: "Hay que partir de que las cosas no son cosas, ni los seres son seres.
Son solo signos, señales que apuntan a la dimensión absoluta.
Esos signos y señales hablan eficazmente de la dimensión absoluta.
De sí mismos solo dicen que son perecederos y modelaciones de un viviente.
Cada ser, cada signo, dice algo exclusivo del misterio de los mundos inmensos.
Del misterio de los mundos dicen que está ahí, porque sí, que es absoluto."