A la pregunta ancestral yo la contesto con convicción aunque no tenga pruebas ni haya investigado nada: un artista nace y se hace.
Trabajé muchos años en un jardín y escuela primaria, y juro que podía ver una diferencia en esos chicos que ya se perfilaban como futuros artistas. Ellos tenían algo que sus compañeros no: un histrionismo diferente a la hora de contar una anécdota, la forma en la que caminaban hacia el pizarrón, casi bailando o el cuidado que ponían en dibujar una escena simple
Pero no sé si esos pequeños artistas en miniatura hoy siguen conectados con la creatividad, porque a un artista nato también hay que cultivarlo, hacerlo, estimularlo.
Quien me conoció de niña entiende que hoy me dedique a escribir, porque siempre estuve muy conectada con las ideas:
🤪 Inventaba historias en voz alta, muchas veces rozando la mentira.
🤪 Me grababa cantando canciones improvisadas.
🤪 Actuaba escenas frente a desconocidos (la leyenda cuenta que una vez parí a mi propio bebote en la playa, con gritos incluidos)
Pero mi futuro no estaba predestinado. Sin el acompañamiento y apoyo de las personas que supieron escuchar mi necesidad de expresión, hoy me encontraría lejos del arte.
Y ahora que me encuentro otra vez caminando por sus calles entiendo que sin Rosario, y su gente, mis ideas se hubiesen quedado en la infancia.
Como dicen en inglés: it takes a village to raise a child, y se necesita una ciudad entera para que una niña con ideas se convierta en escritora.
🌳 Una maestra que le dijo a mi mamá que me mandara a clases de teatro.
🌳 Dos profesoras de teatro que me ayudaron a convertir chistes en historias.
🌳 Mi amiga Emilia, que se pasó una tarde entera conmigo en un shopping intentando convencer vendedoras de que éramos hermanas.
🌳 Mis tres amigas del club, protagonistas de esas noches jugando al concurso de talento, y nuestros hermanos, que hacían de jueces.
🌳 Una librería que me guardaba los ejemplares de Harry Potter apenas salían.
🌳 Una librería donde empecé a comprar novelas en inglés que me inspiraron a imaginar una migración.
Es lógico pensar que esa nena hiperactiva con cuatro amigos imaginarios se iba a convertir en una mujer que siempre está escribiendo una historia nueva, pero la lógica no alcanza.
Le debo mi pasión, luego vocación y ahora mismo carrera a la ciudad que me vio nacer.